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Posiblemente muchos recordamos -cuando chicos- al clásico entusiasta de la familia o de los vecinos por armar el año viejo, disfrazarse o simplemente salir a ver qué han hecho en el barrio.

Los años viejos de antes, quizás más simples en estructura, pero siempre abundantes en imaginación se hacían con otros materiales, pero convocaban a todos los participantes a rellenar, pintar, mancharse y divertirse. Los de hoy, son monigotes en muchos casos más elaborados, montajes que involucran luces, tecnología, objetos móviles y demás, con la misma intención de siempre: un desahogo social de lo bueno y lo malo, con altas dosis de crítica y humor.

En Cuenca, el Amistad Club y la Unión de Periodistas del Azuay promueven esta tradición por 38 años. Luis Chiriboga, Presidente del Amistad Club, recuerda cómo empezó su propia afinidad con el tema: “Me decía mi madre que yo he hecho los años viejos desde los 6 años, hacía el muñeco y me disfrazaba. Es la afición artística, los cuencanos somos artistas de nacimiento, en mayor o menor medida, eso hay que conservar. Participábamos desde jóvenes, tuvimos esa iniciativa para organizarnos y ejecutar el concurso para que sigan vigentes las costumbres cuencanas.  Esto no va a morir, viene la generación de nuestros hijos y hay gente joven en el Club, estamos seguros que van a mantenerlo”, dice.

Hay barrios que han participado desde siempre y otros que se han sumado en años recientes. Chiriboga cuenta: “Durante muchos años se han destacado las propuestas de El Vergel, El Vado, El Gran Cove, el Parque Iberia que realmente fue impactante el año anterior y este año están alistando una cosa impresionante, barrios nuevos que se han organizado para dar una alegría a Cuenca. Los barrios que en más ocasiones han ganado el concurso son El Vergel y El Vado. Realmente lo que nosotros hacemos es organizar, los que cuidan la tradición son los cuencanos.  Si no hubiera la participación de los barrios, ciudadelas, universidades, instituciones, familias, esto se muere. Esta afición a los años viejos y disfraces, da para que se pueda contagiar al resto.”

Entre esos apasionados está Enrique Bermeo Salazar, de EBS Gestores Culturales. Desde hace unos 30 años -cuando era soltero- motivaba en el barrio y armaban “el viejo” por la calle Tarqui, ahora se hace en la Gran Colombia y Tarqui, para precisar. Y a pesar de que por mucho tiempo ya no vive en el sector, siguen haciéndolo ahí. “Hemos participado en los últimos 15 años en el concurso, incluso se genera trabajo para gente que fabrica los muñecos, como los jóvenes de Diseño de la Universidad de Cuenca. Esto es súper familiar, la familia también se pone a pintar.”

Su hija, Gabriela Bermeo, recuerda que desde que tenía unos 7 años ya se involucraba en el montaje de los años viejos. Destaca que con la modernización en la presentación de los años viejos han incorporado audios, que también destacan esa creatividad ante el jurado. “Participar es un verdadero trabajo en equipo, cada año nos esmeramos para presentar algo novedoso. La gente que trabaja en las ideas tiene conocimientos desde diseño hasta literatura e historia, rodearse de buenas personas es clave. Pero mi padre es el que siempre sabe cómo presentar las mejores ideas al público”, comenta. Este año, ponen todo a punto para presentar “La Beatificación de los santos ecuatorianos”. Don Enrique anticipa: “Esto va a ser algo satírico, con esos santos que manejaron al país y nos hicieron creer que eran los más pulcros. Buscamos reflejar los problemas. Una figura llamativa será un Papa de 2 metros y medio. Hemos sido críticos y también hemos hecho homenajes a importantes personajes”, concluye.

Que se quemen los viejos, que se quemen!

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