“Mabel y yo nos conocimos en la III Bienal de Artes Escénicas, tuve la oportunidad de estar aquí un mes, di un taller, y vi a una artista llamada Mabel Petroff. El encuentro fue muy especial, y seguimos escribiéndonos. Hubo un proyecto en México, ella fue. Y ahí fue que comenzó todo”, así inicia su relato Bruno Castillo Díaz, actor mexicano que conforma junto a la actriz cuencana Mabel Petroff el grupo Teatro Brujo.

De eso, ya diez años. Bruno continúa: “Siendo pareja decíamos ´sería padrísimo trabajar juntos´. Y Mabel tenía la anécdota de haber soñado que yo la rescataba del fondo del mar.” “No me rescatabas, me secuestrabas”, interrumpe con risas Mabel. Entonces, jugaron con esta idea del embrujo, considerando que el teatro para ambos es un hecho mágico. Y como detrás de todo proyecto hay historias, quisimos que nos cuenten sobre las suyas.
Siendo de Ciudad de México, Bruno -quien por cierto es catedrático de la UNAM- define cómo se siente respecto a hacer teatro en dos países tan distintos. “Allá lo que te sucede es que eres una hormiguita más, pasas desapercibido. Hay miles y miles de artistas emergentes que quieren hacer cosas. Pensar en el teatro como trabajo y fuente de dinero, resultó bastante preocupante en su momento. Ha sido diferente nuestro acercamiento allá, depende mucho de la colaboración con otros colectivos, la docencia. En México con Mabel hacemos de todo, desde duendes de Navidad hasta zombies. Pero es por la idea de la resistencia, de decir, esto es lo que sabemos hacer y esto es lo que nos gusta hacer. Venir aquí es gratificante. Cuando montamos nuestra primera obra Ars Erotika lo hicimos en El Prohibido, pensando en que sería padrísimo para el público. Saber que diez años después a Mabel le preguntan por la obra, es significativo. Aquí hay mucho terreno por explorar, aunque producir aquí es un poco más difícil, por materiales y costos”, cuenta.

Mabel Petroff, actriz reconocida en Cuenca, ahora mismo cursa una maestría en Dirección Escénica en México, ¿cómo vivió el inicio de la aventura de Teatro Brujo? “Teníamos muchos objetivos desde el comienzo, quisimos viajar. Hicimos un pequeño manifiesto de cómo íbamos a montar nuestras obras y uno de esos puntos era que la escenografía tenía que caber en una maleta. Siempre hemos pensado en que nos interesa mucho Latinoamérica. Claro, a quien no le gustaría presentarse en Europa, China, pero sí pensábamos primero en conocer lo que está más cerca y llevar nuestro trabajo. Hemos conocido otros públicos, funcionan totalmente diferente”, dice Mabel.
Todo es parte del conocimiento que adquiere un actor. El público suele relacionar el trabajo del actor netamente con talento o dones innatos, no con investigación, compromiso. “El teatro como cualquier otra disciplina te abandona. Si no estás ahí, te deja. Por más que tengas talento, si no eres constante, no vas a lograrlo. Tenemos en cartelera dos obras totalmente diferentes, Pentesilea que tiene una gran cantidad de texto y Ars Erótika que es más expresión corporal, textos más sencillos, y sin embargo no podemos subestimar a ninguna de las dos. Muchas veces un objeto que siempre manejas, se pone caprichoso. Tienes que estar despierto y vigente. El teatro está vivo, cada vez que te presentas es completamente diferente”, comenta la actriz.
Cumplieron 10 años como Teatro Brujo y lo celebraron con presentaciones. Bruno reflexiona: “Hemos volteado a ver nuestro recorrido, pero vemos al otro lado y todavía hay por donde caminar, eso nos mantiene ocupados, entusiasmados. No puedes estar metido todo el tiempo en un salón de ensayos, porque dejas de vivir. Y entonces, si dejas de vivir, ¿de qué hablas en ese salón? Y El siglo XXI tiene otras exigencias para los seres humanos. Hay urgencias y acontecimientos que se deben tratar en el escenario. Y sobre todo, que sea un espacio donde se pueda diseñar la siguiente civilización, y es lo que vamos a abordar en los siguientes montajes. Temas como la alimentación, los desechos, el consumismo, son los desafíos que nos está poniendo la realidad y como artistas escénicos, tenemos que responder a ellos.”
Mabel anticipa: “Tenemos por delante dos obras. Una es Homo Consumens. Cada vez que empezamos a hablar del mundo y de la vida, terminamos hablando del consumismo, de la vorágine en la que nos hemos envuelto. El otro proyecto que tenemos se llama Atahualpa, y está en búsqueda de desechar lo que nos hacen creer sobre la creación del teatro. Cuando me pierdo y digo por qué estoy haciendo esto, siempre regreso a esta idea: el teatro definitivamente me ha dado voz”, concluye.
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